La vida te la dan, pero no te la regalan

viernes, 27 de noviembre de 2009

LONDON IS DIFERENT

Aquel emblemático slogan que decía “Spain is diferent” y con el que nuestro país quería invitar a todo el mundo a que nos visitaran, bien podría ser aplicado a Inglaterra y más concretamente a Londres. Ellos si que son “diferent” y hacen todo lo posible por serlo. Circulan por la izquierda, no utilizan el euro y mantienen sus libras esterlinas y algún que otro detalle más con los que bien podríamos decir que “London is diferent”.

La primera vez que acudí a esta tierra me dejó un tanto frío. Esta claro que uno es hombre de marcado carácter latino, y quizá por eso choco con la cultura anglosajona. Prefiero las ciudades más próximas a mi cultura, ya sean Lisboa, París, Florencia, Roma e incluso las más alejadas y distantes Praga y Viena, que aunque frías igualmente, me ofrecen estímulos interesantes por otros motivos.

A pesar de ello la nueva visita a Londres, más larga que la anterior, ha servido para tomarle un poco mejor el pulso a esta bulliciosa ciudad.



Es incuestionable que tiene atractivos importantes. El grandioso Parlamento, el señorío del Big Ben, la elegancia de la plaza de Trafalgar, con la Galería Nacional de fondo, el sórdido Soho, el Coven Garden, la imponencia del Támesis, el encanto de las calles de Noting Hill, con su mercado de los sábados, o el ajetreo de las calles comerciales de Oxford Street. En esta ocasión he tenido oportunidad de callejear más y de encontrar rincones ocultos con casas encantadoras de fachadas que parecen pasteles decorados.



Pero sin duda, Londres es una ciudad de mezclas y contrastes. Allí se puede oír hindú, español, ruso, francés, alemán, e incluso inglés. El ambiente sobrio de Backingan Palas y la tranquilidad de los inmensos parques como Sant James o Hady Park choca con la parte más salvaje del Soho.

Quizá pueda entender la frialdad del carácter británico. El sol brilla por su ausencia y la luna adquiere un excesivo protagonismo que hace que se viva más de noche que de día. Si a ello le añades que las escasas horas de día, se ven apagadas por un casi permanente cielo encapotado y gris, el panorama pude resultar un tanto deprimente.

Por otra parte, el viejo y errado mito de la belleza inglesa ha caído derrotado definitivamente. La mezcla de culturas parece que genera una raza de indudable atractivo. Muy alejada de la imagen de mujer gruesa harta de comer chocolate, allí te encuentras con autenticas modelos de cabellos dorados, ojos claros, cuerpos esbeltos y porte elegante. Pasear por Oxford Street puede provocarte serios problemas en el cuello, para lo cual se sugiere en el hombre un intenso entrenamiento previo que refuerce esta parte del cuerpo, tal y como ocurre con los pilotos de fórmula 1. Disculpen las damas este comentario pero ya saben lo que dice la canción “prefiero el lunar de tu cara a la pinacoteca nacional”

Si las mujeres resultan muy atractivas, todo lo contrario se puede decir de la comida que te ofrecen. No tuve oportunidad de conocer ningún plato típico. Al final siempre acababas comiendo comida italiana y las dos veces que probamos en restaurantes que ofrecían comida española, la experiencia no resultó muy gratificante. Donde esté un buen bacalao a la bras, o un arroz de mariscos portugués, que se quite todo. ¡Cuanto echarían de menos sus guisos los amigos portugueses que nos acompañaban en esta expedición!

Por diversas circunstancias de la vida tuve oportunidad de visitar la embajada española. Toda una experiencia. E incluso tuve el gusto de que me ofrecieran un vino blanco dentro de una casa particular de una amiga que trabajaba en la embajada y que conocí en estas fechas, con lo que me pude hacer una idea de cómo puede resultar vivir en Londres.

Para mi espíritu taciturno y melancólico, quizá la capital del Támesis me quede un poco grande. Uno tiende a espacios cada vez más relajados y abiertos, con un fondo de mar o de montaña detrás. El bullicio de una ciudad tan vital por un lado, pero tan gris por otro, me llega a agotar. Será la crisis de los 40. Y eso que los cumplí en Londres con la buena compañía de mis amigas y compañeras de trabajo Beatriz y Pilar, a las cuales les dedico este modesto texto, por haber hecho más agradable estos diez días tan intensos de trabajo y turismo. Si duda una experiencia que no se olvidará.

domingo, 22 de noviembre de 2009

VINAGRE Y ROSAS



Que Sabina es uno de los mejores cantautores contemporaneos es de sobra sabido. Su verso fácil y popular acompañado de melodías sencillas y fáciles de asimilar enganchan a un amplio y diverso grupo de fieles seguidores. Es difícil llenar dos días seguidos el multiusos Sánchez Paraíso de Salamanca y Joaquín lo ha conseguido con aparente facilidad, con el único gancho dar a conocer su nuevo trabajo, “Vinagre y Rosas”. Quizá su creatividad esté por encima de esa personalidad macarra y chabacana que con el tiempo ha ido puliendo, pero eso no es importante, al fin y al cabo lo que importa de un artista es su obra.

Esa obra que uno gustaría de saborear pausadamente y con la atención que merece. Por ello quizá no disfruté del todo del concierto del pasado sábado en Salamanca. A pesar de la novedad de seis temas que aún no ha habido tiempo de digerir, la propuesta era ya conocida y no aportaba grandes novedades. Pero lo peor de todo es que este Sabina más asentado y sereno que en sus años más bisoños, está pidiendo a gritos actuar en salas más pequeñas e intimistas donde se pueda disfrutar más serenamente de sus canciones, o al menos yo lo pido. En el concierto del sábado, resultaba casi imposible degustar como se debe las canciones del cantautor. El público convirtió el concierto en una verbena popular donde danzar a placer y corretear de un lado para otro con las litronas en las manos a modo de holigans que animan a su equipo pero que no se enteran ni de cómo va el resultado del partido.

Para dar botes y beber, me voy al bar del pueblo. Pero para disfrutar de canciones bien construidas yo prefiero un ambiente más sereno y centrado en el espectáculo.

De este inicio de gira por parte de Sabina, me quedo con sus declaraciones en la prensa, previas al concierto. Según el de Linares el estado de felicidad que ha vivido en los últimos años no han sido nada fructíferos desde el punto de vista de la creatividad. Las musas se acomodan mejor en el desgarro y en la depresión, donde ahí son capaces de inspirar las mejores creaciones. Por eso Sabina quiso salir de su letargo artístico creativo yéndose a Praga acompañado de Benjamín Prado; un poeta amigo al que le había dejado recientemente su novia y con el que compuso los trece temas de su nuevo trabajo. Así Joaquín tuvo a su alcance todo lo que necesitaba para poder producir algo interesante, el desaliento de su amigo y el ambiente melancólico de una ciudad como Praga a la que le dedica una canción en su nuevo disco. En todo esto estoy bastante de acuerdo con Sabina. La felicidad es contraproducente para la creatividad. Las situaciones difíciles son las que, por desgracia, te curten y te hacen sacar todo lo que llevas dentro ofreciendo lo mejor de ti, sobre todo desde el punto de vista artístico. Está claro que para obtener un buen guiso hay que echar mano del “Vinagre y de las rosas”.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

HACE VEINTE AÑOS QUE TENGO VEINTE AÑOS

Hace veinte años que tengo veinte años,
Veinte años y aún tengo fuerza,
y no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.
Y aún me siento capaz
de cantar si otro canta.
Hoy que aún tengo voz
y aún puedo creer en dioses...
Quiero cantar a las piedras,
a la tierra, al agua,
al trigo y al camino que voy pisando.
A la noche, al cielo, a este mar tan nuestro,
y al viento que por la mañana viene a besarme el rostro.
Quiero levantar la voz,
por una tempestad,
por un rayo de sol,
o por el ruiseñor que ha de cantar al atardecer.
Hace veinte años que tengo veinte años,
Veinte años y aún tengo fuerza,
y no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.
Hace veinte años que tengo veinte años,
y el corazón, aún, se me dispara,
por un instante de amar,
o al ver un niño llorar...
Quiero cantar al amor.
Al primero. Al último.
Al que hace sufrir.
Al que vives un día.
Quiero llorar con aquellos que se encuentran solos
y sin amor van pasando por el mundo.
Quiero levantar la voz, para cantar a los hombres
que han nacido de pie,
que viven de pie,
y que de pie mueren.
Quiero y quiero y quiero cantar
hoy que aún tengo voz.
Quién sabe si podré mañana.
Hace veinte años que tengo veinte años,
Veinte años y aún tengo fuerza,
y no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.