La vida te la dan, pero no te la regalan

jueves, 29 de enero de 2009

HASTA SIEMPRE, CEJU

Eras uno de lo maduritos entre los que seguíamos intentando meter el balón en una canasta, a pesar de que ya nos crujieran los huesos y los pulmones no oxigenaran todo lo que debían. Jugando eras rocoso, duro, peleón, como lo fuiste, según me cuentan, en tu último y definitivo partido. No te doblegaste fácilmente. Te aferraste a tu optimismo habitual para mantenerte a flote. E incluso cuando todo era inevitable, te hundiste con el mástil de la vida agarrado a la mano, pensando que a lo mejor, tu viaje hasta el fondo del mar, no iba a ser tan malo como decían.

Quizás allí, puedas seguir afinando una guitarra, sacando una canción o fumando un cigarrito con una cerveza en la mano, charlando tranquilamente con algún colega recién llegado. Incluso, puede que haya una pista de baloncesto y puedas echar unas canastas con algún grupito. Seguro que los chavales acabaran aceptándote, no sólo como un compañero más, si no como una referencia, y puede que ahora que te has acostumbrado a eso de dirigir, te animes a ejercer de “mister” de tu equipo en algún torneo que juguéis.

Eras cuarentón, pero sin embargo tu mirada sosegada y caída escondía un niño travieso y juguetón, que renegaba de convencionalismos propios de la edad. Ese niño que se ilusionaba con facilidad encajaba más en un mundo sin ataduras, pero comprometido con los que te rodeaban. No eras de nadie, pero eras de todos.

Quizás porque sabías saborear los pequeños placeres que la vida nos da, es por lo que me duele tanto que te hayas ido tan temprano. Quizá por que aún teníamos mucho camino por delante que recorrer, porque se han quedado en el tintero muchas conversaciones pendientes, o porque todavía quedaban muchos veranos para refrescarnos con el aire suave del río y una cerveza en la caseta de “Casi”. O simplemente porque nos habíamos acostumbrado a tenerte entre nosotros, es por lo que todavía pienso en ti y no he asimilado que ya no estás, que tu fuerza no fue suficiente para que no nos dejaras.

Todavía me acuerdo de tus últimos días. Estabas cansado, dolorido, pero mantenías la ilusión de poder volver a llevar a tu equipo a la final de trofeo Diputación, como lo hiciste el año pasado, e incluso pensabas que a lo mejor podrías volver a jugar. Mantener la ilusión es fundamental para la vida, pero contigo supimos que no es suficiente. Te fuiste, pero tu recuerdo se quedó. Hasta siempre amigo. Hasta siempre “Ceju”.




Nota: Este artículo ha sido escrito para su publicación en el libro del Carnaval del 2009, que será presentado el próximo día 6 de febrero en el Teatro Nuevo. La foto corresponde al equipo que jugó la final del trofeo Diputación de baloncesto del año 2007. Ceju abajo a la derecha ejerció de entrenador. La foto es de la semifinal.

martes, 27 de enero de 2009

TRAS LA ILUSIÓN, EL SOL DE PONIENTE


Hace aproximadamente un año y medio uno pasaba por una etapa, digamos que especial. Sin embargo unas simples vacaciones de verano en la playa junto con la familia sirvieron para despertar de un cierto letargo emocional. Allí conocí a una persona con la que apenas pude comunicarme. Quizá por ello todo fuera más imaginativo, etéreo y utópico, pero lo cierto es que fue el detonante de que pocos días después yo estuviera sentado frente al ordenador escribiendo mi primera novela corta titulada "Tras la Ilusión, el sol de poniente".

Quizá sea un libro bastante influenciado por mis vivencias, pero creo que cualquier escritor escribe condicionado por la experiencias que lastra en sus espaldas.

Quizá sea una novela marcada por un estado de ánimo concreto, pero como ocurre con los hijos, estos se parecen a sus padres, pero a medida que crecen adquieren personalidad y vida propia. Eso más o menos le ocurrió a esta historia y a sus personajes. Algo que en un principio no se sabía si podía llegar a ser algo, acabó siendo una novela.

Probablemente no sea un ejemplo de virtud literaria, pero os aseguro que en ella derroché toda la pasión y sensibilidad que llevo dentro. Quizá sea este el mayor atractivo del libro.

Al ser un relato corto (aproximadamente 90 páginas), la historia se muestra concentrada y comprimida, sin dejar casi descanso al lector, que seguramente se enganchará hasta el final, favorecido por una lectura fácil y asequible.

No quiero desvelar todo el entramado del libro, pero en él encontrareis situaciones cotidianas de la sociedad actual y personas comunes en nuestra vida. Algo que nos puede pasar a cualquiera, pero que espero que os emocione en alguno de sus pasajes.

Animado por las personas que lo leyeron y especialmente por mi familia, intenté que el libro se publicara por diversos medios, pero no hubo suerte.

Sin embargo, como si de un golpe de suerte se tratara y gracias a las nuevas tecnologías, hace poco descubrí la posibilidad de publicar la novela a través de internet. Así, por medio de http://www.bubok.com/ podréis encontrar el libro ya publicado. Quien me lo iba a decir a mi hace año y medio. Lo que en un principio era una quimera, se ha convertido en realidad. El hecho de que lo que era un sueño sea ahora cierto, es en parte gracias a todos los que de alguna manera han contribuido a ello. A los amig@s que lo leyeron antes de ser publicado y me dieron su apoyo y consejo, a mi padre, siempre pendiente, a mi primo José Miguel por esforzarse en corregir el texto, a Luismi por tener la paciencia de maquetar el libro y diseñar la portada y a Timea que casi sin querer despertó la inspiración necesaria para que se creara.

Os puedo asegurar que yo disfruté profundamente escribiendo el relato. Espero que vosotros lo hagáis también cuando lo leáis.


Nota: el libro se encuentra en http://www.bubok.com/ en el apartado librería. En el buscador ponéis el título o mi nombre y lo encontráis.