La vida te la dan, pero no te la regalan

martes, 28 de diciembre de 2010

CIUDAD RODRIGO

Las circuntancias de la vida me han llevado a una época en la que tengo que ir y venir continuamente a Ciudad Rodrigo. Todo este trajín de viajes hace que a veces piense en lo que Ciudad Rodrigo es y ha sido para mí.

Muchas veces he llegado a decir que se queda pequeña, que para los que tenemos inquietudes, la ciudad en la que vivo tiene sus limitaciones. Y quizá todo ello sea cierto.

Pero a pesar de llegar a renegar de esta tierra yerma que pierde hijos paulatínamente en busca de oportunidades, siempre que llego a ella después de estar unos días fuera, siento el confort del hogar y agradezco la paz de sus calles y barrios, el ritmo tranquilo del andar lento y pausado del Ciudad Rodrigo perezoso que me vió nacer, que me vio dar los primeros pasos y que guardó el secreto de mis enamoramientos al abrigo de sus rincones.

Y es después de unos días de ausencias cuando uno siente al volver, que la vieja y vetusta Miróbriga te acoge con los brazos abiertos, como esa madre que agradece que su hijo retorne al hogar y casi sientes que te susurra al oído una nana que te adormece y que te dice: - tranquilo, ya estás en casa -.

Si pones empeño, también puedes escuchar el sonido de su corazón, palpitando suave, reposado, casi sin alteraciones.

Dicen que los amigos se pueden elegir, pero la familia no. Lo mismo puede ocurrir con la ciudad en la que uno se ha criado y ha crecido. Quizá me hubiera gustado haber nacido cerca de una playa cálida y abierta al mar, con vistas al atardecer, pero nací aquí y aquí tengo la sensación de estar en casa.
Foto: Catedral de Santa María (V.E.)

domingo, 14 de noviembre de 2010

VIAJAR

Un amigo mío, ya ausente entre nosotros, solía decir cuando veía a una mujer bella y atractiva que pasaba por la calle; “esa es de las que me receta Don Orlando”, (médico que, por cierto, también está lejos de nuestra compañía). Aquel comentario gracioso y simpático podría aplicarse al hecho de viajar, de salir de nuestro entorno cotidiano, de nuestra rutina diaria, como receta médica para conseguir una higiene mental, una ampliación de visión y de miras necesario y muy conveniente para oxigenar y liberar egocentrismos muy peligrosos para la salud.

Escapar de nuestro hábitat habitual no está al alcance de todo el mundo en estos tiempos de crisis que corren, aunque los datos demuestran que el sector turístico sigue resistiendo los temblores de este terremoto económico que nos sigue sacudiendo. Sin embargo puedo garantizar que conocer nuevas culturas nuevos lugares, nuevas gentes, nuevos atardeceres, nuevas cumbres que subir, nuevas aguas en las que mojarse, tiene unos efectos terapéuticos muy saludables, casi tanto como los de esa hermosa mujer que Don Orlando recetaba a mi amigo.

Viajar, descubrir nuevos territorios, lejos de ser un despilfarro, es una inversión cultural que además tienen el poder de abrir nuestras mentes, de hacernos apreciar que no somos el ombligo del mundo y que detrás de las cuatro paredes de nuestra casa y lejos de las calles de nuestra ciudad, hay millones de corazones que palpitan como el nuestro y que sufren como el nuestro, a pesar de que sus rasgos y sus costumbres sean diferentes.

Al igual que nos hacemos una limpieza bucal como medida de higiene y de salud, nuestra mente debería limpiarse con el mismo objetivo, para ello nada mejor que recetarnos de vez en cuando un viajecito.

Por todo ello, yo les recomiendo que se busquen un médico que de vez en cuando les propongan como tratamiento para el mal de la rutina, salir de su ciudad; viajar y conocer otros lugares. Porque les aseguro que incluso en el caso de que su viaje llegue a ser un desastre, o de que por diversas circunstancias ustedes no hayan llegado a sentirse cómodos y a disfrutar de su salida, ustedes habrán conseguido algo muy importante y positivo; apreciar que agusto se puede llegar a estar en su propia casa, leyendo un buen libro sentado en su sofá preferido o viendo una película en su televisor junto con la familia que le da calor durante el invierno.

miércoles, 27 de octubre de 2010

CONSTRUCTOR DE SUEÑOS

AHORA QUE LA VIDA VA EN SERIO
HE DECIDIO QUE QUIERO SER
CONSTRUCTOR DE SUEÑOS
QUIERO SER EL DUEÑO
DE MI DESTINO
QUIERO SER ANDADOR DE CAMINOS
Y, DE MADRUGADA,
DESPERTAR CON TU MIRADA
QUIERO SURCAR LOS MARES
Y BESAR SUS PLAYAS
Y, CUANDO ME VAYA,
RECORDARÉ TUS MIRARES
QUIERO REFRESCAR MI SUDOR
CON EL AGUA DE LOS RIOS
QUIERO CANTAR AL AMOR
AMIGOS MÍOS
PERO NO TE OLVIDES
HE DE SEGUIR MI CAMINO
SERÉ CONSTRUCTOR DE SUEÑOS
Y QUIERO SER EL DUEÑO
DE MI DESTINO
(V.E)
(Extracto de mi novela "A la sombra del atardecer". Se trata de un canción compuesta por uno de los personajes principales de la misma; Rafael)

jueves, 21 de octubre de 2010

EL POTRO

Hace poco tuve la oportunidad de visualizar un libro de texto de lo que hoy en día es segundo de bachillerato y correspondiente a la materia de educación física. Me sorprendió tremendamente los contenidos del libro; las medidas de una pista de balonmano, los distintos tipos de golpes en voleibol, la composición de los balones, cuestiones todas ellas muy alejadas a mi entender de lo que debe ser una educación tal y como yo la concibo. Probablemente si le preguntáramos algunos de los temas incluidos en el referido libro a alguno de los recientemente premiados en los premios “Príncipes de Asturias de los deportes”; es decir a los jugadores de la selección española de fútbol; flamante campeona del mundo, en su mayoría no sabrían ni que decir al respecto.

Yo mismo, gran amante del deporte, como ocio, como fuente de salud, como mecanismo de comunicación y de relación y como manantial de valores fundamentales para la vida, sería incapaz de responder a muchas de las preguntas que estuvieran basadas en el libro de texto de segundo de bachillerato.

La lectura superficial de tal libro me hizo recordar aquellas sesiones insufribles y angustiosas a las que nos sometían los profesores de educación física en los tiempos de mi niñez escolar, en los que el famoso y odiado potro adquiría un protagonismo principal.

El salto de aquel dichoso aparato era todo un castigo para muchos y sobre todo para muchas. Aquella especie de toro dispuesto a embestirte se convertía en una barrera infranqueable en la que además de peligrar tu integridad física y tus huesos, podía conllevar un gran sonrojamiento ante la vergüenza de la caída delante de tus propios compañeros de clase.

Ni con aquel famoso potro, que había que superarse sin ningún tipo de preparación previa para ello, ni el maremagnun de conceptos del libro de texto comentado, se consigue alcanzar alguno de los objetivos educacionales que a mi modo de entender deberían primar.

La educación física debería fijarse como finalidad primordial el estímulo por conocer las ventajas de un cuerpo activo y ejercitado, debería primar la práctica paulatina, progresiva y planificada, sobre la teoría acumulada en inútiles papeles. Quizá una vez conseguido todo ello, podríamos plantearnos el siguiente reto; superar aquel dichoso potro.

lunes, 18 de octubre de 2010

QUISE SER VIENTO


CASI SIN ALIENTO
SUBI A LO ALTO DEL MONTE,
VISLUMBRÉ EL HORIZONTÉ
Y COMPROBÉ CON DESALIENTO
QUE SÓLO EL VIENTO
PODÍA LLEGAR HASTA EL

ENTONCES, QUISÉ EL VIENTO SER
QUISE QUE LA TARDE, FUERA LA MAÑANA
QUISÉ TOCAR EL HORIZONTE
Y QUISE DEJAR EL MONTE
PERO SÓLO LA TRAMONTANA
LO PUDO HACER


(V.E)
Foto: Sierra de Bejar (La Covatilla) (V.E.)

PORTUGAL

Quizá porque parece que el tiempo va más despacio, quizá porque la brisa del mar te acaricia con ternura, quizá porque suena a fado y provoca nostalgia, o quizá porque hay una manera distinta de degustar el bacalao para cada día del año, es por lo que uno ha llegado a querer tanto a Portugal.

Hace años que la proximidad con los vecinos lusos, propiciaron las primeras incursiones en estas tierras, que por aquel entonces eran unas desconocidas. Era uno demasiado joven como para saborear ese aire tristón y melancólico que desprende este país.Los primeros ingresos permitirían un primer vehículo y este daría la libertad necesaria para recorrer, conocer y enamorarse de ese mar bravo y caprichoso, frío y temeroso, siempre vivo y enigmático, profundo y lejano que sirve de alfombra grisácea para las puestas de sol.

Con el tiempo uno conocería a sus gentes, generalmente amables, dispuestas a ofrecerte lo mejor, ceremoniosas, respetuosas, tranquilas y serenas y entre ellas uno encontraría acomodo y amistad. El idioma poco a poco dejaría de ser un obstáculo para ser un estímulo; un camino que seguir; un abrir nuevas puertas para conocer más y más a las gentes y a las tierras aún por descubrir.

Porque Portugal siempre tiene un rincón por conocer o una playa por pisar. Porque su "saudade" te llega a empapar o porque me mira con tristeza como suplicando compañía y mimo, es por lo que este país me ha conquistado.

Lisboa es bella, luminosa. Su entorno es mágico. El litoral del centro es cercano y virgen. Oporto huele a vino y agua dulce y las regiones de frontera saben a complicidad y buenos alimentos.

Hace tiempo que desterré la errática visión de país pobre y decadente. Portugal atesora grandes atractivos que sobrevuelan por encima de su lento desarrollo económico. Quizá por ello aun hoy en día conserva intacto todo el aroma del pasado y como el buen vino de Oporto mejora con el tiempo. Quizá por ello uno sigue siendo un apasionado de estas tierras y estas gentes.
Foto: Lisboa (subida al barrio de Alfama) (V.E.)

LAS NUBES DE ORIENTE

Me cuenta un amigo mío que es gerente de una industria peletera castellana, que corren malos tiempos para nuestras empresas. Las grandes multinacionales hacen su negocio utilizando la mano de obra barata contratada en los países orientales, y, según me dice, hoy en día no es rentable mantener la producción en suelo español. Si se quiere ser competitivo es mejor encargar la elaboración de los productos a China y dejar en casa una pequeña sede administrativa y comercial, evitando así gastos de mano de obra y elevadas hipotecas sobre las instalaciones.
Estas circunstancias pueden conllevar varias consecuencias, de seguir manteniéndose; por un lado puede llegar a provocar la pérdida de puestos de trabajo que acrecentarían aún más la crisis actual. Por otra parte se produciría un cambio radical en el sistema económico, haciendo muy complicado el pretendido impulso industrial y transformando la estructura empresarial, donde tendrían primacía el sector servicios. La carencia de industria haría que los empleos se centraran únicamente en el comercio, la hostelería, y la geriatría, dentro de un desierto industrial plagado de población anciana.
El panorama no parece ser muy positivo y las nubes procedentes de oriente parecen oscurecer el futuro a medio plazo. La crisis actual y la situación de ventaja de las grandes multinacionales, aprovechando la mano de obra barata que utilizan, está poniendo en brete a muchos sectores que se mantienen a duras penas en este mundo cada vez más global y más competitivo. Tan sólo sectores muy concretos y específicos pueden escapar de la influencia oriental, manteniendo su singularidad y la ventaja de seguir siendo producidas íntegramente en occidente.
Así las cosas, aquí perderemos, y ya lo estamos haciendo, puestos de trabajo, mientras al otro lado del planeta un taiwanes empeñará su vida dedicando interminables jornadas de trabajo en la confección de camisas, pantalones y zapatillas, por un mísero salario que a duras penas le dará para vivir.Este es el mundo tan complejo que nos toca vivir, pero a pesar de todo podemos estar satisfechos; los de este lado del globo; los occidentales, podemos seguir diciendo que somos los ricos de todo este cotarro que hay montado.