La vida te la dan, pero no te la regalan

lunes, 18 de octubre de 2010

PORTUGAL

Quizá porque parece que el tiempo va más despacio, quizá porque la brisa del mar te acaricia con ternura, quizá porque suena a fado y provoca nostalgia, o quizá porque hay una manera distinta de degustar el bacalao para cada día del año, es por lo que uno ha llegado a querer tanto a Portugal.

Hace años que la proximidad con los vecinos lusos, propiciaron las primeras incursiones en estas tierras, que por aquel entonces eran unas desconocidas. Era uno demasiado joven como para saborear ese aire tristón y melancólico que desprende este país.Los primeros ingresos permitirían un primer vehículo y este daría la libertad necesaria para recorrer, conocer y enamorarse de ese mar bravo y caprichoso, frío y temeroso, siempre vivo y enigmático, profundo y lejano que sirve de alfombra grisácea para las puestas de sol.

Con el tiempo uno conocería a sus gentes, generalmente amables, dispuestas a ofrecerte lo mejor, ceremoniosas, respetuosas, tranquilas y serenas y entre ellas uno encontraría acomodo y amistad. El idioma poco a poco dejaría de ser un obstáculo para ser un estímulo; un camino que seguir; un abrir nuevas puertas para conocer más y más a las gentes y a las tierras aún por descubrir.

Porque Portugal siempre tiene un rincón por conocer o una playa por pisar. Porque su "saudade" te llega a empapar o porque me mira con tristeza como suplicando compañía y mimo, es por lo que este país me ha conquistado.

Lisboa es bella, luminosa. Su entorno es mágico. El litoral del centro es cercano y virgen. Oporto huele a vino y agua dulce y las regiones de frontera saben a complicidad y buenos alimentos.

Hace tiempo que desterré la errática visión de país pobre y decadente. Portugal atesora grandes atractivos que sobrevuelan por encima de su lento desarrollo económico. Quizá por ello aun hoy en día conserva intacto todo el aroma del pasado y como el buen vino de Oporto mejora con el tiempo. Quizá por ello uno sigue siendo un apasionado de estas tierras y estas gentes.
Foto: Lisboa (subida al barrio de Alfama) (V.E.)

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