La vida te la dan, pero no te la regalan

martes, 28 de diciembre de 2010

CIUDAD RODRIGO

Las circuntancias de la vida me han llevado a una época en la que tengo que ir y venir continuamente a Ciudad Rodrigo. Todo este trajín de viajes hace que a veces piense en lo que Ciudad Rodrigo es y ha sido para mí.

Muchas veces he llegado a decir que se queda pequeña, que para los que tenemos inquietudes, la ciudad en la que vivo tiene sus limitaciones. Y quizá todo ello sea cierto.

Pero a pesar de llegar a renegar de esta tierra yerma que pierde hijos paulatínamente en busca de oportunidades, siempre que llego a ella después de estar unos días fuera, siento el confort del hogar y agradezco la paz de sus calles y barrios, el ritmo tranquilo del andar lento y pausado del Ciudad Rodrigo perezoso que me vió nacer, que me vio dar los primeros pasos y que guardó el secreto de mis enamoramientos al abrigo de sus rincones.

Y es después de unos días de ausencias cuando uno siente al volver, que la vieja y vetusta Miróbriga te acoge con los brazos abiertos, como esa madre que agradece que su hijo retorne al hogar y casi sientes que te susurra al oído una nana que te adormece y que te dice: - tranquilo, ya estás en casa -.

Si pones empeño, también puedes escuchar el sonido de su corazón, palpitando suave, reposado, casi sin alteraciones.

Dicen que los amigos se pueden elegir, pero la familia no. Lo mismo puede ocurrir con la ciudad en la que uno se ha criado y ha crecido. Quizá me hubiera gustado haber nacido cerca de una playa cálida y abierta al mar, con vistas al atardecer, pero nací aquí y aquí tengo la sensación de estar en casa.
Foto: Catedral de Santa María (V.E.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ella me inspira
piedra a piedra
tuteladas por la historia.

Ella me inspira
el susurro de su río
acunando su anacronismo.

Ella me inspira
sus calles somnolientas
ausencia, huida, rebeldía.

Ella me inspira
sus rincones y escondrijos
cuidando mis secretos y amores.

Ella me inspira
sus dulces atardeceres
la serenidad tan ansiada en mi vida.

Ella me inspira,
Miróbriga.

(MR)

vicesar dijo...

Bonitos versos que coinciden con lo que pienso. Ciudad Rodrigo tiene muchas virtudes a las que me he acostumbrado y que echaría mucho en falta si algún día tengo que cambiar de residencia. Cosas como las que tu nombras en tu poesía; las calles, el río y los recuerdos guardados.