La vida te la dan, pero no te la regalan

lunes, 18 de mayo de 2009

ADIOS A BENEDETTI



El cuento tan sencillo de Mario Benedetti ha llegado a su fin. El escritor uruguallo falleció a los 88 años de edad, dejando un legado importante bajo una impronta de escritura cercana y sencilla.

La mejor forma de despedirle es recordando alguno de sus poemas, los que más recuerdo en esta ocasión son CURRICULUM y TESTAMENTO DE MIERCOLES

CURRICULUM

El cuento es muy sencillo
usted nace en su tiempo
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
y el temerario insecto
que será pisoteado
por su zapato nuevo.
Usted sufre de veras
reclama por comida
y por deber ajeno
o acaso por rutina
llora limpio de culpas
benditas o malditas
hasta que llega el sueño
y lo descalifica.
Usted se transfigura
ama casi hasta el colmo
logra sentirse eterno
de tanto y tanto asombro
pero las esperanzas
no llegan al otoño
y el corazón profeta
se convierte en escombros.
Usted por fin aprende
y usa lo aprendido
para saber que el mundo
es como un laberinto
en sus momentos claves
infierno o paraíso
amor o desamparo
y siempre, siempre un lío.
Usted madura y busca
las señas del presente
los ritos del pasado
y hasta el futuro en ciernes
quizá se ha vuelto sabio
irremediablemente
y cuando nada falta
entonces usted muere.

El cuento es muy sencillo.


TESTAMENTO DE MIERCOLES


Quiero aclarar que este testamento
no es el corriente colofón de vida
más bien se trata de un legado frágil
vigente sólo hacia el final de un día
digamos pues que lego para el jueves
las inquietudes que me puso el martes
cambiadas sólo un poco por los sueños
y esa tristeza que es inevitable.
Lego una nube de mosquitos y una
computadora que no tiene pilas
y hasta mi soledad con la esperanza
de que mis legatarios no la admitan.
Lego al jueves cuatro remordimientos
la lluvia que contemplo y no me moja
y el helecho ritual que me intimida
con la vieja elegancia de sus hojas.
Lego el crujido azul de mis bisagras
y una tajada de mi sombra leve
no toda porque un hombre sin su sombra
pierde el respeto de la buena gente.
Lego el pescuezo que he lavado como
para un jueves de horca o guillotina
y un talante que ignoro si es recato
o estupidez malsana o alegría.
Lego los arrabales de una idea
un tríptico de espejos que me hiere
el mar allá al alcance de la mano
la hiedra que abanica las paredes.
Y sólo ahora pienso que en mi árbol
en mis brumas sin rostro y en mi vino
me quedan por legar tantas historias
que alguna se me esconde en el olvido.
Así que por si acaso y por las dudas
y para no afligir a quien me herede
las dejo para otro testamento
digamos el del viernes.
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