La vida te la dan, pero no te la regalan

domingo, 22 de noviembre de 2009

VINAGRE Y ROSAS



Que Sabina es uno de los mejores cantautores contemporaneos es de sobra sabido. Su verso fácil y popular acompañado de melodías sencillas y fáciles de asimilar enganchan a un amplio y diverso grupo de fieles seguidores. Es difícil llenar dos días seguidos el multiusos Sánchez Paraíso de Salamanca y Joaquín lo ha conseguido con aparente facilidad, con el único gancho dar a conocer su nuevo trabajo, “Vinagre y Rosas”. Quizá su creatividad esté por encima de esa personalidad macarra y chabacana que con el tiempo ha ido puliendo, pero eso no es importante, al fin y al cabo lo que importa de un artista es su obra.

Esa obra que uno gustaría de saborear pausadamente y con la atención que merece. Por ello quizá no disfruté del todo del concierto del pasado sábado en Salamanca. A pesar de la novedad de seis temas que aún no ha habido tiempo de digerir, la propuesta era ya conocida y no aportaba grandes novedades. Pero lo peor de todo es que este Sabina más asentado y sereno que en sus años más bisoños, está pidiendo a gritos actuar en salas más pequeñas e intimistas donde se pueda disfrutar más serenamente de sus canciones, o al menos yo lo pido. En el concierto del sábado, resultaba casi imposible degustar como se debe las canciones del cantautor. El público convirtió el concierto en una verbena popular donde danzar a placer y corretear de un lado para otro con las litronas en las manos a modo de holigans que animan a su equipo pero que no se enteran ni de cómo va el resultado del partido.

Para dar botes y beber, me voy al bar del pueblo. Pero para disfrutar de canciones bien construidas yo prefiero un ambiente más sereno y centrado en el espectáculo.

De este inicio de gira por parte de Sabina, me quedo con sus declaraciones en la prensa, previas al concierto. Según el de Linares el estado de felicidad que ha vivido en los últimos años no han sido nada fructíferos desde el punto de vista de la creatividad. Las musas se acomodan mejor en el desgarro y en la depresión, donde ahí son capaces de inspirar las mejores creaciones. Por eso Sabina quiso salir de su letargo artístico creativo yéndose a Praga acompañado de Benjamín Prado; un poeta amigo al que le había dejado recientemente su novia y con el que compuso los trece temas de su nuevo trabajo. Así Joaquín tuvo a su alcance todo lo que necesitaba para poder producir algo interesante, el desaliento de su amigo y el ambiente melancólico de una ciudad como Praga a la que le dedica una canción en su nuevo disco. En todo esto estoy bastante de acuerdo con Sabina. La felicidad es contraproducente para la creatividad. Las situaciones difíciles son las que, por desgracia, te curten y te hacen sacar todo lo que llevas dentro ofreciendo lo mejor de ti, sobre todo desde el punto de vista artístico. Está claro que para obtener un buen guiso hay que echar mano del “Vinagre y de las rosas”.

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