La vida te la dan, pero no te la regalan

domingo, 20 de febrero de 2011

SOMOS ASÍ


Mientras aquí los chiquillos preparan el local donde van a albergar su peña en la que se juntaran en carnavales para saciar su sed de alcohol, donde se reirán juntos y donde quizá, si tienen suerte, convencerán a una jovencita bisoña y ansiosa por conocer nuevas experiencias para que jueguen a eso que llaman amor y que se confunde con el sexo, en otros lados del planeta el mundo cambia a pasos agigantados influenciado por una globalización inevitable y devoradora.

Que Internet está revolucionando nuestras vidas, es algo más que evidente. El poder de comunicación de este invento desborda cualquier limitación. No hay quien pueda por el momento poner límites a este medio con el que todo el mundo puede estar comunicado de manera casi instantánea y donde todo tipo de conocimiento y de reflexiones tienen cabida.

Los más incómodos con todo lo que Internet supone, son las grandes dictaduras existentes, las cuales se empeñan en cerrar las puertas de la comunicación y de la información a través de esta vía, para proteger y salvaguardar su estatus a costa de la permanente privación de libertades y de la restricción de conocimientos, conscientes de que ojos que no ven….

Pero el poder de Internet es tan amplio y sus restricciones tan difíciles que los grandes regímenes autoritarios no pueden llegar a controlarlo, como no es posible poner puertas al campo.

Algo así le ha sucedido al perenne Hosni Mubarak y a otros cuantos gobiernos autoritarios del mundo musulmán. Lo vivido en Egipto en estos últimos días es una muestra del poder de las nuevas comunicaciones y de la fuerza de la globalización. Las desigualdades parecen más evidentes cuando todo el mundo conoce que en casa del vecino todo es diferente y las injusticias resultan más insoportables cuando sabes que otro mundo puede ser posible. El efecto movilización y cambio iniciado en Túnez parece extenderse como la pólvora, sobretodo entre los países con mayores avances tecnológicos. Queda la duda de si será posible algo similar en países tan controlados internamente como Cuba o China, pero quizá el tiempo nos de la respuesta que tarde o temprano acabará siendo la misma.

El mundo cambia muy deprisa, a veces más de lo que podemos llegar a concebir. Mientras, en este pequeño rincón del oeste de España, limítrofe con la frontera con Portugal seguimos nuestro paso cansino y pausado, mientras vemos como los toros suben y bajan varias veces al día en medio del frío y gélido invierno. Por suerte o por desgracia somos así.

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