La vida te la dan, pero no te la regalan

sábado, 15 de marzo de 2014

SE LA VEÍA VENIR

Ya se la veía venir. Estaba a punto de llegar cuando una cigüeña blanca y negra cortaba el viento soportando en su pico una rama, para construir su nido sobre un viejo ciprés que ya la echaba de menos en su copa. Estaba a punto de llegar cuando una hilera de cerezos sonrosaban una mañana en la que el sol se sentía cómodo y orgulloso, en la que un cielo iba del azul al gris a medida que se juntaba con la lejanía del horizonte. Estaba a punto de llegar cuando la tierra parecía efervescer, bullir, vestirse de colores, verdear. Estaba a punto de llegar aquella mañana, cuando al abrir la ventana para ver como llegaba, un jilguero jovial y juguetón cantaba una melodía improvisada como si un músico de jazz hubiera cambiado la oscuridad de un viejo tugurio por la claridad del día abierto y fresco.


Ya se la veía venir. Era una mañana cualquiera, era en un pueblo cualquiera, cuando estaba a punto de llegar la primavera.

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