La vida te la dan, pero no te la regalan

lunes, 11 de abril de 2016

PERSIGUIENDO EL HORIZONTE



La idea era acariciar el mar. Navegarlo, sobrevolarlo, sentirse insignificante ante su inmensidad. Respirar el aire que nace en tierras lejanas portando el aroma de otros pueblos, el olor a brea, a salitre. Sentirlo romper, bramar. La idea era convertir la bicicleta en un velero y que las piernas revolucionadas por el viento del norte nos llevaran por caminos elevados bordeados de abruptos litorales, de escarpados acantilados moldeados por el viento, esculpidos por el rebelde y furioso oleaje. La idea era sentir el temor a la grandiosidad oceánica, avivar el corazón ante la bravura natural, ante el verde azulado iluminado por un atardecer.

Desde Santiago do Cacém hasta Porto Covo, desde Vila Nova de Milfontes hasta Zambujeira do Mar, desde Carrapateira hasta el Cabo de San Vicente, la idea era perseguir el horizonte inconscientes de que es imposible alcanzarlo, inconscientes de que al igual que las aves, tan sólo podremos contemplarlo sin llegarlo a tocar.

La idea era recorrer el Alentejo. Saborear la Rota Vicentina en Portugal, salpicados por las olas del irascible mar. Suerte que la idea se cumplió.





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