La vida te la dan, pero no te la regalan

lunes, 13 de abril de 2009

LOS MILAGROS DE LA SEMANA SANTA


Es curioso lo camaleónicas que pueden llegar a ser las ciudades.

Ciudad Rodrigo por ejemplo nos ofreció una cara muy distinta hace más o menos cuarenta días.

Si en carnaval la ciudad se disfrazaba para ofrecer su versión más festiva, popular y si me lo permiten, chabacana, convirtiendo su hermosa plaza en un coso taurino labrado en madera, en Semana Santa Miróbriga se viste de gala para la ocasión mostrando una imagen más elegante, señorial, sobria, más acorde, a mi gusto, con la fisonomía de la ciudad.

En estos días de exaltación de lo que constituye la esencia fundamental del mundo occidental; el cristianismo, en Ciudad Rodrigo confluyen todo tipo de personajes, todo tipo de inquietudes y de gustos.

En estas fechas nos mezclamos turistas interesados por las murallas de la ciudad, los creyentes más fervorosos y los ateos o agnósticos más desconfiados, consiguiendo que todos estemos a gusto y que nadie sobre.

En una misma procesión podemos ver a la Guardia Civil, mezclada con algún evasor de impuestos o algún infractor de tráfico, a las mujeres más beatas de misa diaria, junto a aquel que no pisa una iglesia desde hace años, a no ser por alguna boda a la que asistió en verano.

Pero la Semana Santa también es capaz de hacer que desfilen a la vez el alcalde y su equipo de gobierno, junto con la oposición, aunque eso si, unos por la derecha y otros por la izquierda, y todo ello a pesar de la tradicional característica atea de estos últimos.

Da gusto pasear por las calles de Ciudad Rodrigo en estos días en los que al sol le da pereza irse a la cama y el bullicio ordenado tras una procesión da calor a la ciudad, cansada ya del frío invierno que va quedando atrás. Sin lugar a dudas, la Semana Santa tiene verdaderas virtudes milagrosas.

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